Música y diversión! [Libre]

Arwen estaba en su casa, después de haber entregado los papeles en la Universidad Vermont por el puesto de trabajo, donde la llamaron al teléfono para avisarle de que había una fiesta en una de las discotecas de la ciudad de bailes latinos y muchos más. La chica muy animada confirmó que estaría allí en poco tiempo. Se levantó del sofá donde estaba para dirigirse a su armario y buscar un vestido cómodo para bailar pero a la vez que estuviese bien para ir a una discoteca. Cuando lo encontró se fue a la ducha y después de una hora estaba completamente lista para salir. Llegó a la discoteca, donde la música latina sonaba por todos lados y rincones. La gente estaba en la pista de baile bailando diferentes estilos, algo que le gustaba muchísimo a la morena. Arwen saludando a unos conocidos y bebiendo un pequeño trago de ron dulce, se fue a la pista de baile y se puso a bailar con todos los que estaban allí. Un chico no tardó mucho en cogerla como pareja de baile en esa canción, algo muy habitual, entonces sonó una canción de salsa y ambos empezaron a bailar muy animados. Arwen solía divertirse mucho con esas cosas, salir, bailar y divertirse eran sus objetivos principales.

Aquella era una de esas noches en las que estaba en un bar más por compromiso que por verdadera diversión. James había estado tocando a su puerta por casi media hora, hasta que decidió ir a la Administración y coger el juego de llaves extra, argumentando que era una emergencia. Una hora después, lo estaban arrastrando al coche de Tyler. Lo siguiente que sabía, es que había música latina resonando de los altavoces, y que lo único que él quería esa noche era estar encerrado en casa.

Todos los chicos se habían dispersado para obtener una conquista, o al menos una chica con la cual bailar. Él no. Él solo se había sentado en un taburete, esperando que la noche terminara. Sonrió irónicamente, dando un trago a su margarita. En otra ocasión, probablemente él habría sido el chico que organizara la fiesta, y no el que la aguara. Pero desde que las cosas estaban tensas con Hariel, no tenía ganas de absolutamente nada, y si ya era difícil pretender su ánimo con su novia, no quería tener que hacerlo frente al resto de sus amigos. Sabía que faltaba poco para terminar la Universidad. Sería mejor aprovechar los últimos meses.

Se levantó del taburete, decidido a meterse a la pista de baile, cuando chocó con una menuda chica que parecía venir de estar bailando. Llevaba un lindo vestido corto, digno de una discoteca; y lamentablemente, la estaba pisando. Quitó el pie rapidamente, poniendo una mano en su hombro para disculparse.

-¡Lo siento, lo siento! No fue mi intención -frunció el ceño, inclinándose un poco para mirarla-. ¿Te lastimé?

Arwen se dirigía a la barra con tranquilidad después de haber estado bailando en la pista salsa con aquel chico. Necesitaba urgentemente un poco de agua para poder reponer energía, eso o un poco de ron dulce que siempre solía pedir para animarse un poco más de lo que solía estar. Había bastante gente en la pista, es por eso que era difícil llegar al lugar que quería llegar sin chocar con nadie. Cuando finalmente creía que ya había llegado y podría descansar en una silla, un chico se chocó con ella pisándola. Arwen cerró los ojos por la sorpresa y el pequeño dolor, pero el chico reaccionó y le pidió disculpas inmediatamente. La castaña lo miró y sonrió dándole palmadas en el hombro al chico, que parecía un poco exagerado, sólo había sido…un pisotón.

-No te preocupes, estoy bien. En este lugar lo difícil es salir sin que te pisen.-Soltó una risa y siguió adelante hasta sentarse en la barra para pedir esta vez una bebida sin alcohol de sabor de fresa. Se puso a mirar a la gente de allí, a ese chico le había parecido verlo antes en algún lado pero no recordaba dónde exactamente ni en qué momento. Tampoco le dió mucha importancia y se concentró más en beberse aquella bebida para seguir bailando, aunque esperaría un poco pues el pisotón quisiese o no dolía un poquito.

Tensó la mandíbula al ver una pequeña mueca de dolor de la chica cuando fue a sentarse. Resopló. Vaya manera de iniciar la noche. Frunció los labios, caminando al taburete de un lado. Vio lo que ella estaba tomando, y discretamente pidió al camarero lo mismo. Solo esperaba que no fuera algo demasiado dulce, porque su paladar no podía soportarlo. Era de los que se empalagaban demasiado rápido.

-Bueno, después de haberte pisado lo menos que puedo hacer es invitarte una bebida -sonrió hacia la chica-. ¿Qué estas tomando?

Antes de siquiera poder escuchar la respuesta de ella, el camarero llegó con una bebida extraña. Frunció el ceño, dando un sorbo, y tuvo que cerrar los ojos con fuerza para poder diluir aquel dulce de fresa. Sus poros se erizaron, y negó con la cabeza rápidamente.

-¿Qué clase de bebida es ésta? -masculló, mirándola con el ceño fruncido-. ¿Jugo para niños? -Cuando habló ésta vez, se dirigió al camarero-. Un vodkatonic, por favor.

Se quiso golpear mentalmente cuando se dio cuenta que antes si quiera de presentarse ya estaba criticando la bebida de la chica. Se aclaró la garganta, componiendo una sonrisa antes de extender la mano hacia ella.

-Soy Ben.

La chica estaba sentada bebiendo aquella bebida con algo de tranquilidad, a esperas de que el pequeño dolor se le fuese enseguida, puesto es lo que quería. No iba a estar en una fiesta latina con gente bailando tanto salsa como bachata y ella sentada en una silla como una persona amargada, no señor. Estaba por la mitad de la bebida cuando el chico con el que se chocó volvió a donde ella se encontraba, sentándose a su lado. Pudo ver por el rabillo del ojo que intentaba pedir la misma bebida que ella, algo que le hizo sonreír de lado mientras cerraba los ojos con tranquilidad.

-Se llama Tropical, señorito…-Le dijo de forma sarcástica, ya que esa reacción que había tenido no le había gustado absolutamente nada. ¿Acaso siendo una chica de esa edad no podía beber algo que no tuviese alcohol? Vaya juventud se estaba mascullando en esos lugares. Miró de reojo la mano del joven, el cual se presentaba como Ben. Un nombre curioso, pero ya que el chico se disculpó…o por lo menos lo intentó, Arwen estrechó su mano y sonrió falsamente.-La niña pequeña que bebe zumo de críos se llama Arwen…Ben.

Rió entre dientes ante su presentación, bajando la mirada al piso, para después mirarla por debajo de sus pestañas. Vale, sí había sido un poco grosero, pero el tono de sarcasmo que ella había impregnado a su frase, también daba mucho que desear. Casi podía escuchar sus pensamientos negativos hacia la "juventud de ahora". Sonaría igual que su madre; o peor aún, igual que su padre. Frunció levemente el ceño, dedicándose a mirarla de arriba abajo. No parecía una niña, no, pero tampoco parecía una adulta. Parecía una joven como cualquiera; aunque claro estaba dado por visto que no lo era. Regresó su mirada al frente, dando un trago a su bebida alcohólica, con una sonrisa de apreciación. Sí, la chica era linda.

-Número Uno, aunque se llame tropical, lo más probable es que sea jugo para niños -sonrió, alzando una ceja-. Número Dos, no pareces una niña, Arwin. Y número Tres, ¿cuantos años tienes? Porque la curiosidad me esta matando.

Sabía que probablemente la chica lo mandaría al demonio, pero recargo el codo en la barra, y la mejilla en la mano para poder mirarla desde su posición. Sonrió de la manera más encantadora, preguntándose por un momento si en realidad la chica con la que hablaba no se trataba de una maestra, y del embrollo en el que probablemente se estaba metiendo.

Miraba a Ben con algo de curiosidad, después de todo le había parecido verle en algún lado pero eso de no poder recordar bien el rostro de las personas le daba bastante rabia ya que algunas veces tenía mala memoria para eso. Siguió bebiendo esa bebida con tranquilidad escuchando la música de fondo, la cual habían cambiado de estilo por completo, de una música latina pasó a ser una música del estilo R&B, mucho más rítmico para las discotecas. La gente se animaba y gritaban a la vez que bailaban, eso provocaba alguna que otra risa en Arwen. Ante las palabras de Ben, volvió a mirarlo escuchándolo con atención, pero ella no se quedaría callada, después de todo no le gustaba.

-Número Uno señorito Ben, es Arwen, no Arwin y segundo, tengo veintidós años recién cumplidos…hace medio año.-Sonrió por eso último a la vez que veía cómo la miraba el joven. No podía evitar soltar risas en su cara, ella en esas cosas no se cortaba un pelo. El hecho de que, por lo menos mientras se le pasaba aquel pisotón, estuviera acompañada y hablando la tranquilizaba, mejor eso que te estuvieran babeando tíos en la pista de baile cuando no quieres bailar.

Sonrió, asintiendo como lo hacían en siglos pasados. Algo que siempre había destacado en su sonrisa eran esos hoyuelos que perforaban completamente sus mejillas, con un toque de inocencia, y para ser sinceros, coquetería. Se humedeció los labios con un poco de vodka antes de hablar de nuevo.

-Arwen, Arwin, Arwan, ¿cual es la diferencia? -alzó una ceja, después negó riendo-. Mentira. Lo lamento, Arwen.

Definitivamente si tuviera un hijo no le pondría un nombre. Dejaría que él o ella lo escogiera cuando tuviera la edad suficiente. Por ejemplo, él, tenía que vivir el resto de su existencia con el nombre de su abuelo, cuando en realidad ese hombre era un viejo amargado que siempre tenía una mueca de intolerancia cuando llegaban a la casa de campo en Yorkshire.

-Así que casi 23, ¿huh? Eres muy pequeña aun -arrugó la nariz, burlón.

En realidad esperaba que dijera que tenía más edad. Él tenía 24 cumplidos hace poco, y la mayor parte de la gente no podía adivinar su edad verdadera de primera vista. Frunció los labios en otra sonrisa, mirando como la chica desviaba los ojos hasta la pista de baile. Probablemente la estaba reteniendo ahí.

-Oh, lo lamento, probablemente quieras ir a bailar y yo estoy reteniéndote aquí. Adelante -señaló la pista de baile con el pulgar-. Diviértete.

Seguía mirando la pista cuando volvió a escuchar la voz de su acompañante en ese mismo instante. Suspiró al ver que jugaba de alguna manera con su nombre, seguramente se hacía el graciosillo, por una vez en su vida esperaba no tener ese tipo de humor en las clases que diera en un futuro no muy lejano. Siempre estaban los típicos graciosos de turno que provocaban risas tontas y decían nada más que tonterías o cosas absurdas y sin sentido.
Después de eso, escuchó que le volvía a afirmar que tenía veintitrés años, pero ella sólo mencionó lo de medio año con su edad real. ¿Acaso no entendió el sarcasmo? Bueno daba igual que ella tuviese un año más, un año menos la cuestión era que no sabía exactamente la edad de él. Se quedó pensativa, ¿quizás veintiún años? De alguna manera lo veía joven pero por la forma que tenía de hablar le echaba muchos más años. Lo miró sonriendo al escuchar que seguramente la tenía retenida, y era totalmente al contrario, la tenía salvada de una panda de críos de diecisiete años o dieciocho que esos sólo pensaban en las chicas de la pista. Había pasado por eso y la última vez se metió en una pelea, no era cuestión de que ocurriese lo mismo.

-No gracias, para encontrarme niñatos de esa edad.-Señala a los chicos de la pista más jóvenes.- Ya tengo suficiente con la universidad…-Murmuró para sonreír de lado de forma sarcástica.

Alzó las cejas. ¿Niñatos? A sus 22 años no podía decir que era muy adulta a diferencia de otros de los chicos de la universidad que en su mayoría tiene mas edad que ella. Rodó los ojos. De lejos se veía que era una de esas chicas que se sentía más que los demás. Sonrió, escuchando como despreciaba a los demás.

-Bueno, no creo que sean mucho menores que tu.

Señaló a uno de los chicos que iban en su curso de arquitectura. Siempre había sido uno de los que se destacaban por saber la respuesta a preguntas imposibles, y por tener las narices metidas a un libro. Era el cerebrito de la clase, y la mayoría lo respetaba porque su padre era el rector de la completa universidad.

-¿Ves a ese chico? Tiene 24 -alzó una ceja, satisfactoriamente-. No es un niñato, ¿o sí?

Se volvió a sentar en el taburete frente a ella. La ridícula bebida rosa aun estaba frente a ella. Bufó. Si realmente quería divertirse debía tomar alcohol. Y ningun alcohol puro y embriagador era color de rosa y sabía a fresa. Llamó al camarero pidiendo una ronda de tequilas dobles. Cuando éstos llegaron, alzó su caballito, hacia ella.

-Es hora de la verdadera diversión. ¿Salud?

El chico ante el comentario que ella hacía simplemente sonreía, para después señalarle a un joven en la pista de baile, el cual mencionaba que tenía la temprana edad de veinticuatro años. Arwen no se sorprendió mucho, pero al parecer Ben no entendió del todo a lo que se refería con el término “niñato”. –Bueno, debo decir que seguro no entendiste a lo que me refería, los niños que suelen entrar a la universidad con dieciocho años, vienen a comerse el mundo y disfrutar de la vida del universitario, la cual está el rumor de que es la mejor, y es por eso que no aprovechan al máximo las oportunidades que tienen. Otros, en cambio, se han ganado con sudor y sangre una beca para tener la posibilidad de pagarse la universidad y esos si que aprovechan segundo a segundo…No todos los padres pueden permitirse que sus hijos vayan a la universidad…desgraciadamente. Es por eso que me refería a ellos como "niñatos", sólo a los cuales no hacen nada y malgastan.

Después de aquellas palabras suspiró un poco nostálgica, ella no pudo estudiar una carrera y se tuvo que conformar con el hecho de hacer módulos y módulos durante cuatro años. Unos minutos más tarde Ben se sentó de nuevo frente de ella y pidiendo una ronda de tequilas. Arwen sonrió de lado y cogiendo el suyo brindó.-Salud.-Se lo bebió después.

Frunció el ceño suavemente. Vale, si a eso se refería sí tenía razón. Conocía a más de uno que solo venía a la Universidad a que sus padres pagaran todas las clases que reprobaban y que no tenían interes en aprender otra cosa que no fuera como sobrevivir a resacas diarias y a fiestas cada noche. Pero había otros como él, que aunque fuera hijo de una familia importante y que su padre tenía muchísimo dinero no tenía interés en solo venir a pretender estudiar. Él venía realmente a aprender lo que fuese necesario para salir adelante por sus propios medios y no por los que su padre le impusiera.

-Bueno, tener dinero no te convierte en niñato. Y sí, se que hay más de un idiota que solo viene a perder el tiempo, pero sé de otros que realmente tienen interés en aprender, Arwen.

Se bebió su tequila de un solo trago, echando la cabeza hacia atrás cuando sintió el ardor del alcohol bajar por su garganta. Chupó un limón haciendo una mueca, mientras tomaba un poco de sal. Exclamó una expresión ahogada entre dientes, pidiendo otra ronda al camarero. Oh sí, la noche apenas comenzaba.

-Como sea, ¿eres estudiante de aquí?

Cuando bebió aquel tequila cerró los ojos, no estaba muy acostumbrada a esa bebida pero tampoco le terminaba de no gustar. Agitó un poco la cabeza después de morder aquel limón que acompañaba esa bebida. Era divertido pues el hecho de que el tequila te quemase la garganta para a continuación chupar un limón era algo irónico, pero las bebidas de ese tipo eran prácticamente así. En sus palabras Ben pareció entenderla, hombre ella no quería hacer una generalización indebida pero la mayoría de los chicos de la universidad eran así. Soltó una risa entre alguna tos por la bebida al escuchar la pregunta de su acompañante de tequilas, es por eso que lo miró negando con la cabeza para responderle segundos después.

-Pues no, da la casualidad que no vengo a volver a estudiar a esta ciudad, vengo de las afueras de California para ser más exactos. Y vengo a la universidad de aquí a trabajar en ella…-Suspiró después de esas palabras para mirar de reojo a la gente de su alrededor, algo le llamaba la atención pero no pudo saber el qué. Más tarde volvió a mirar a Ben de forma despreocupada.-¿Y tú?-Llevaba hablando con el un tiempo y todavía no sabía si se trataba de uno de los alumnos de esa universidad donde trabajaría.

Vaya, así que la chica que tenía delante no era nada más y nada menos que una profesora. Enarcó las cejas, viendo como otro caballito de tequila llegaba delante de él. Esta vez no se espero a brindar. Tomó un limón, y con la otra mano se empinó el vaso de tequila, sintiendo como todo el líquido bajaba hasta asentarse en él. Dios, sí. Era lo mejor que podía haber. Sabía que un par de bebidas más y ya no sería tan coherente. Se aclaró la garganta, formando una sonrisa para mirarla.

-¿Maestra, huh? ¿En qué facultar? Por favor no digas que en la de arquitectura, porque sería muy mala suerte para mi haber estado tomando tequila con mi futura profesora.

A veces era irónico como una muchacha menor que él podía ser maestra cuando a él aun le faltaba un año para terminar el instituto. Se preguntaba de vez en cuando si a él le gustaría ser maestro. Impartir en alguna Universidad todo lo que a él le habían enseñado. Pero solo de imaginar tener que soportar con compañeros como los que él tenía en clase, que lanzaban bolitas de papel en todas direcciones y que insultaban a medio mundo por razones de lo más infantiles, supo que no podría soportarlo ni una semana. Rió, negando con la cabeza.

-Soy alumno, y planeo serlo por otro año al menos.

En el momento en que ésta le respondió al chico que tenía delante sobre sus verdaderos objetivos en esa ciudad, vino otra ronda de tequilas, algo que hizo sonreír de lado a Arwen. Cogiendo el vaso, observando y dándose cuenta que Ben se lo tomó de golpe soltó una risa que apenas se escucharía, para luego hacer lo mismo que había hecho anteriormente, beberse aquella sustancia de golpe inclinando la cabeza hacia atrás para a continuación proseguir con aquel limón. Volvió a tose pero no mucho, parecía que se iba acostumbrando, aunque era un problema pues a pesar de que a ella le gustase de vez en cuando el alcohol, por hacer deporte no bebía en exceso y tenía como consecuencia el poco aguante con éste. Mientras que una persona normal podía tomarse dos o tres cervezas y no pasarle nada, si Arwen hacía lo mismo a la tercera ya no estaba muy cuerda que digamos, más si se trataba de tequila. Miró a Ben al escuchar que era alumno. No se sorprendió, la verdad, pero si le hizo gracia aquella situación.

-Pues estoy en la facultad de Magisterio, pero principalmente tengo dos ramas, la Educación Física y Artes. Lo que se podía decir que me dejan dar un punto dinámico a las clases en la universidad sin importar la facultad, aunque claramente es voluntario. Nadie está obligado a asistir a una clase de educación física y hacerlo correr o hacer flexiones si no quiere.

Ahora que se daba cuenta, el estar en la universidad quizás ayudase a fomentar sus conocimientos y conocer a gente de diferentes ramas. También ayudaría a los alumnos de dicho lugar a socializarse unos con otros.

Bueno, ahora comprendía todo mejor. El semestre pasado su profesora de educación física había quedado felizmente embarazada en su primer año de matrimonio, y todos le habían celebrado una despedida. Era completamente normal que contrataran a otra persona para la cuestión. Lo que no esperaba es que fuera alguien tan joven que fácilmente podía pasar por uno más de ellos. A diferencia de su mejor amigo, él había decidido tomar educación física antes que teatro o alguna estupidez más. Al menos en deporte podrías sudar hasta desgastar todas tus energía y dormir propiamente por la noche. En teatro, lo único que harías es pretender que te interesaba un guión mal escrito que honestamente jamás llegarían a presentar propiamente.

-Bueno, espero te aprendas mi nombre y comprendas que los lunes siempre tengo resaca -ladeó la cabeza sonriendo-. Al parecer serás mi maestra.

En realidad quería verla volviéndose loca con un sinnúmero de alumnos que no tenían interés en hacer absolutamente nada los lunes por la terrible resaca que sostenían, pero que se la pasaban gritando y corriendo los viernes porque querían agotarse al máximo para celebrar que la semana había terminado. Oh, sí, eso sería digno de ver.

Pero ahora que lo pensaba, ella tenía menor edad que la mayor parte de los alumnos de la institución. Lo cual, lo hacía preguntarse si realmente había estudiado para que le dieran el puesto. Arqueó las cejas, intentando buscar un parecido con el rector o con algun otro maestro importante que pudiera haberle hecho el favor de darle el puesto, pero no creía que fuera nadie que él conociera. No, definitivamente no. La chica era demasiado linda para parecerse a algun otro maestro de los que impartían en Vermont.

-¿Dónde estudiaste?

Después de explicarle varias cosas, entre ellas aquello de que era la profesora de educación física, pudo escuchar con atención de que Ben sería uno de los alumnos que tendría en su asignatura, aunque mencionaba que los lunes solía tener resaca. Esa palabra hizo sonreír de forma sarcástica a Arwen, el hecho de que tuviese o no resaca le daba poca importancia la verdad ya que, después de todo, los lunes los alumnos debían coger fuerzas para empezar la semana que les esperaba, y todo comenzaba con una buena clase de flexiones y abdominales. Claramente no todo iba a ser pruebas físicas o correr alrededor de un campo, pero comenzar su trabajo realizando bailes y demás cosas nuevas sería complicado.

-Bueno…referente a eso de la resaca…quizás te dé motivos para que realmente te despiertes y cogas energía, después de todo es el comienzo de la semana después de todo…-Sonrió de lado de nuevo para cerrar los ojos un momento y recordar dónde estudió exactamente.-Pues…en un instituto de California, ¿por?.-No sabía a qué venía esa pregunta pero tampoco le importaba contestarla del todo.

Ésta vez cuando el camarero se había acercado había pedido una cerveza. Era hora de dejar de lado los tequilas, porque quierase o no, terminaría por sentir que el piso se movía bajo sus pies. Sonrió, negando con la cabeza. Definitivamente la chica no sabía a lo que se atenía. Los alumnos a los que tendría que enseñar no obedecerían de ninguna manera si tenían una resaca encima. Los lunes era el día de solo ir al gimnasio a tirarse sobre el frío linóleo y esperar a que la tortura se terminara y regresara cada quien a sus respectivas clases.

-Dudo mucho que haya alguien interesado en hacer flexiones los lunes, Arwen -dijo, riendo entre dientes.

Y él, definitivamente era uno de los menos interesados. Cuando escuchó su siguiente respuesta, fue capaz de unir muchos cabos. Por ejemplo, se pudo explicar el por qué de su bronceado, y ese típico porte californiano que tenían todas las personas provenientes de esa costa. Asintió, dando un trago a su cerveza.

-No sé como no lo adiviné antes. Te vez de California -sonrió.

Y él, con el simple hecho de hablar, dejaba ver a todo el mundo que era británico. Sí, bueno, tenia su acento por culpar.

En cuanto terminó con el tequila y le respondió a su lugar de procedencia, el chico ya había pedido una cerveza que la traía el camarero. No pudo evitar aprovechar y pedirle de camino al propio camarero un vaso de agua, ya que tenía la garganta bastante acalorada, añadió que quería con hielo, le sentaría mucho mejor. Ben mencionaba que no habría nadie en aquella universidad interesado en hacer flexiones con una gran resaca en el cuerpo, por una parte tenía razón pues con algo así en el cuerpo simplemente costaba levantarse de la silla ni de la cama incluso.

-Puede que tengas razón, ¿entonces que quieres que haga los lunes? ¿Ponerles música relajante para que acaben medio dormidos? Por lo menos los pondré a hacer deporte que para eso estaré allí.-Sonrió de lado para responderle a ese “te ves de California”.-Pues claro que me veo de California, no voy a ser de Texas ni tampoco de Londres, aunque debo decir que tampoco es fácil.-Suspiró para luego empezar a beber el vaso de agua que había pedido antes, estaba con la boca seca literalmente por el tequila.

Alzó una ceja, sorprendido cuando vio que había pedido agua. En todo el tiempo en el que había estado alrededor de chicas en bares, jamás había visto que alguien pidiera algo que no fuera alcohol cuando habían empezado a tomar. Sonrió, bajando la mirada a la cerveza entre sus dedos. Definitivamente su futura maestra de educación física era todo un caso.

-Bueno, existe algo que se llama yoga, así que sí, yo te recomendaría eso de la música relajante.

Tomó lo poco de cerveza que aun quedaba en su botella, empinando ésta bruscamente. El liquido quemó las paredes de su garganta con ese delicioso ardor que tanto estaba buscando en ese momento. De solo pensar en sus compañeros haciendo yoga, comenzó a reír suavemente. Sería una clase digna de grabar en video para futuro entretenimiento.

-No dije que no estuvieras ahí para hacer deporte; lo único que digo es que nosotros no te acompañaremos en esa travesía -ladeó el rostro, alzando una ceja.

Se recargó con ambos codos en la barra, mirando a la gente que bailaba. Se podía ver a la mayoría con falsos bronceados y ropa de diseñador. Esa era la ventaja de los Californianos. No tenían que ir a casas de bronceados, los de ellos eran naturales. Giró el rostro para verla, con una sonrisa.

-Es obvio que no eres de Londres, de Londres soy yo.

El agua realmente le estaba sentando bien, puesto que a ella realmente le gustaba el alcohol, pero alguno que fuese un tanto más dulce como el ron o incluso los licores de sabores. Quizás el tequila no le afectara mucho, pero si le provocó un leve sonrojo en las mejillas, si no bebía un poco más de agua tendría problemas para irse de nuevo a la pista a bailar como hacía la mayoría de las veces. Ben le habló de la yoga como una proposición para los lunes resacosos, no era mala idea, pero tampoco era ahora el momento de decidir qué hacer. Ella sabría perfectamente qué hacer en cada momento, pero todo pensado detenidamente y esa discoteca…era el lugar menos indicado para pensar con cabeza.

-Si…lo tendré en cuenta, pero ahora estoy en una discoteca con música de fondo y lo que menos quiero hacer ahora es hablar de trabajo…¿entiendes? Ya lo resolveré y pensaré de mejor manera cuando esté sentada en blando en mi casa…-Bostezó un poco tras terminase aquel vaso de agua, si no se movía un poco se estancaría y dejaría de bailar. Miró a Ben y sonrió de lado al escuchar su procedencia. Levantándose tiró de la muñeca al chico hasta llevarlo a la pista de baile.-Venga señorito inglés, demuéstrame que no sois tan aburridos como aparentáis…-Lo miró de reojo.

Decir que se sorprendió cuando sintió que lo jalaban hasta la pista de baile habría sido poco. Alzó las cejas instintivamente, sabiendo que ésto probablemente le traería problemas con su novia. Soltó un suspiro, pidiendo a todos los dioses que no pasara absolutamente nada de lo que se pudiera arrepentir. Caminó de la mano de Arwen hasta media pista de baile, sonriendo mientras ella comenzaba a moverse al ritmo de la música. Ésta había comenzado a mejorar, con un poco de electrónica.

Tomó la estrecha cintura de la chica, balanceando su cuerpo al ritmo del de ella, mientras tomaba su mano y la colocaba tras su propia nuca. Sonrió, mirando hacia abajo. La chica no era tan alta. Era de la estatura promedio, y en realidad era muy linda.

-La música es buena -dijo, inclinándose para hablar en su oído.

Pegó su delgado cuerpo al de él, creando un contacto aun más estrecho entre ellos. Colocó una pierna entre sus piernas, bajando suavemente al ritmo de la música, mientras ésta aumentaba de ritmo. Onduló las caderas discretamente, buscando sus ojos. Y al encontrarlos, no desvió la mirada de ella mientras bailaban.

El chico al parecer se sorprendió un poco, quizás no se lo esperaba, pero para eso existía un lugar como ese y no para emborracharse en la barra como un amargado. Pero la que pronto se sorprendería sería la propia Arwen, al parecer el joven inglés sabía defenderse en la pista o por lo menos simulaba muy bien el baile de la bachata a la perfección. Lo miró con una ceja arqueada, nunca había visto a alguien como él que se atreviese a hacer movimientos como los que estaba haciendo, eso o ella era muy “anticuada”. Se dejó llevar por él, después de todo en los bailes es lo que se debía hacer a pesar de ser una de las cosas más complicadas y difíciles para la profesora, le era difícil dejarse llevar al principio de sus comienzos en el baile. Sonriendo de lado ante el comentario le respondió con mucha calma.-La música también depende de los bailarines, y en este caso tan bien es bueno. Te defiendes bien para ser un soso inglés.-Soltando una risa mantuvo el contacto visual, ya que no le importaba porque estaba acostumbrada a que sus compañeros de baile la mirasen constantemente a los ojos.