Got no place to stay ~ {Libre}

Era tarde. Lo sabía porque las personas que siempre estaban entre los imponentes libreros no estaban. Lo sabía porque las pequeñas ventanas que daban con el jardín principal ya no reflejaban la luz del sol, y por ésta solo se filtraban las luces artificiales que algun encargado había encendido para mantener todo alumbrado. Aun así, él estaba ahí porque no quería estar en su departamento. Su mejor amigo estaba estudiando para un importante examen, y años de experiencia le habían mostrado que para James no había nada mas importante que un examen. Podía haber estallado la tercera guerra mundial, y su nariz seguiría dentro de un libro.

Aunque claro, él no era muy diferente. Solo que él prefería leer libros que le interesaran, antes que leer 'Las mayores construcciones barrocas', o 'Cómo ser un arquitecto preciso'. Fue a la sección de autores contemporáneos, rozando con la punta de sus dedos las tantas cubiertas de autores que conocía. Pero seguía sin encontrar al que estaba buscando. Cuando al fin llegó a la letra E, sacó el primer ejemplar que vio de su libro favorito, "La Historia Interminable" de Michael Ende. Como si de un niño pequeño se tratara, lo acunó a su pecho, llevándolo consigo hasta la mesa más cercana. Cruzó los tobillos, con una postura de lo más relajada en aquella silla de respaldo acolchado. Tenía un ejemplar de ese libro desde que tenía 9 años y su madre se lo había regalado por su cumpleaños. Pero actualmente aun estaba en casa de Hariel, y cada que le preguntaba por él decía que no lo había terminado.

No era de extrañar que la biblioteca estuviera sola a éste tiempo. Era mejor, en realidad, porque podía leer en paz sin que nadie le interrumpiera. Fue por eso que se extrañó cuando alguien se sentó en el sofá frente a él. Pero a pesar de todo, no despegó la mirada del libro.

Katherine se había despertado sintiéndose rara, como si algo la faltara.. Ignoró ese sentimiento y siguió con su rutina diaria, estirarse, darse una ducha, arreglarse, desayunar y cepillarse los dientes para después salir corriendo a su primera clase del día. Sin embargo, cuando se cepillaba los dientes seguía sintiendo esa sensación de ausencia, por lo que decidió dar un corto recorrido por su habitación. En su mesa de noche todo estaba en orden, al igual que en su pequeño escritorio y en su armario. Ahora además de ausencia, sentía confusión y frustración. Bufó, tomó su mochila llena de libros y salió del cuarto, directo hacia el campus.

Terminando la primera hora, se dio cuenta de qué era lo que le hacía tanta falta. Se le había pasado por completo estudiar para su examen de semiología, materia en la que no le iba nada bien. El examen sería el siguiente en día por la mañana, sin embargo Katherine necesitaba estudiar esa materia desde mínimo tres días antes. Sin importarle que a penas había asistido a una clase en el día, salió disparada hacia la biblioteca. Empezó a hacer una lista mental de qué libros le podrían ser útil, descartando también algunos libros que ya había leído y que no le servirían para nada. Al pisar el suelo liso de marmol de la biblioteca, se percató de que había corrido tanto que respiraba con dificultad. Algunos curiosos la voltearon a ver, ya que era la única haciendo ruido. No volveré a correr así por un examen, nunca. Pensó haciendo una nota mental y respirando hondo.

Tardó unos pocos minutos en encontrar los libros que necesitaba. Sonrió satisfecha y se fue a sentar a una esquina escondida de la gran biblioteca, a la cual siempre iba. Dejó la pequeña montaña de libros a su lado y se sentó apoyando la espalda en la pared. Tomó uno de los libros y lo empezó a leer y releer, hasta que sintió que ya había captado las ideas principales de cada uno de los capítulos. Hizo exactamente lo mismo con el siguiente libro, y el libro después de ese, y el libro después de ese, sucesivamente. Al tiempo en que ya sólo le quedaba un libro para estudiar, ya no veía a nadie en la gran sala. Se paró, un tanto indecisa, y se asomó por varios pasillos. Caminó dando pasos suaves, intentando que no resonaran tanto. Sacó su celular de su bolsillo y se dio cuenta de que ya era realmente tarde. Miro el libro que tenía en la otra mano y soltó un silencioso suspiro. Tenía que terminar de estudiar si no quería sacar una mala nota. Se dirigió hacia donde estaban los sillones, los cuales normalmente estaban llenos. Ahora solo había un chico. Se sentó en el sillón que quedaba enfrente de éste y empezó a leer, de nuevo.

Probablemente la chica no pretendía hacer demasiado ruido, pero cada que se movía el sofá emitía un pequeño sonido. Se aclaró la garganta suavemente, volviendo toda la atención a su libro. Subió su muslo a su rodilla, recargando la dura portada contra su tobillo. A pesar de todo, esa versión no era la original de "La Historia Interminable". Cuando era pequeño había leído en la Biblioteca Nacional de Londres una con una hermosa portada oscura y todas aquellas criaturas míticas arrastrándose por la portada endurecida. Sonrió. Aun recordaba lo mucho que le había rogado a sus padres que se lo compraran. Nunca pudieron encontrar una versión igual. Razón por la cual regresaba una y otra vez a esa biblioteca a leer esa versión.

Alzó la mirada suavemente cuando cambió de página y miró a la chica que se hallaba frente a él. La había visto, sí, pero ¿quien no? Era la novia de Zachary. Rodó los ojos. El chico no le desagradaba completamente, pero todos en la escuela creían que intentaba llamar la atención en vano. Donde quiera que él fuera, la chica iba con él, y para ser sinceros hacían una muy linda pareja. Habían ido más de una vez al mismo bar y al mismo club. James había hablado de ella de vez en cuando, pero él jamás había estado lo suficientemente interesado como para entablar una conversación.

Suspiró. Sabía que era importante que compartiera amigos con James. Se aclaró la garganta, dispuesto a crear un nuevo amigo esa noche.

- Hola, ¿eres la hermana menor de Daniel, no es así? -sonrió.

Orgullosa de ser tener y utilizar su cerebro, Katherine siempre que podía presumía de su habilidad para leer rápido. Se podía decir que literalmente se comía los libros. Cuando leía, no había quién la separara del libro. Sin embargo, en una situación así, cuando ya estaba exhausta, buscaba cualquier excusa para parar. Sintió una mirada encima de ella, así que de reojo vio al único que estaba en la biblioteca además de ella: el chico que estaba sentado enfrente. Al oírlo carraspear, cerró el libro, el cual tenía encima de las piernas, marcando la página en la que se había quedado con un dedo. Lo miró enarcando levemente una ceja. Definitivamente ya lo había visto. Él siempre andaba con James Williams, además de que lo había visto un par de veces con su hermano, Daniel.

Al escuchar su pregunta sonrió. Normalmente le preguntaban si era la novia de Zachary o la hermana de Damien, que le preguntasen si era la hermana de Daniel era casi una novedad. Aunque no le molestaba en lo más mínimo. Asintió ligeramente con la cabeza. - Hola.. Si, soy Katherine. Tu eres el mejor amigo de James, ¿no es así? - Preguntó con voz tranquila.

Se concentró en recordar el nombre del chico, James lo había mencionado algunas veces entre una que otra conversación. Solamente se le venía el nombre de Thomas a la cabeza, pero eso era porque James le había mencionado una vez a la chica que Thomas Sheridan era un jodón. Además, era el mejor amigo de su hermano Damien. Sin darse cuenta, frunció levemente el ceño. Realmente no lograba acordarse del nombre.

Como todos los Mayers la chica le agradó en el momento que la vio. Se llevaba bien con uno de sus hermanos, mientras que con el otro solo llevaban un trato cordial, sin llegar a tener demasiada confianza. Pero para ser sinceros, ahora la recordaba más por ser la novia de Zac. Suspiró. Siempre le habían regañado por ser de aquellos que catalogan a las personas con solo verlas una vez. Le dedicó una sonrisa a la chica. No, ésta vez procuraría conocerla antes de emitir un juicio.

-Así es -asintió, cuando preguntó acerca de James-. Recuerdo haberte visto en la casa de Gina -sonrió, recargandose en el asiento, dejando el libro por un lado-. A ti y Sophie. Me comentó que eran mejores amigas.

Gina, sin duda era como la hermana menor que sus padres jamás le habían dado. Era pequeña y menudo, un verdadero encanto. Era una de las pocas personas con las que podía hablar y hablar sin aburrirse; en parte porque sabía que ella realmente le estaba prestando atención, y porque realmente le importaba. Habían sido amigos hace un tiempo ya, pero desde que estaba con Hariel su relación se había hecho más estrecha. Aun recordaba haber pasado noche jugando Picturama y viendo estúpidos programas de televisión que solo lograban sacarles una sonrisa a ambos.

Cuando vio que Katherine dudaba, supo que probablemente no se acordaba de su nombre. Aunque ahora que lo pensaba, probablemente no lo sabía. Rió suavemente, levantándose para estrechar su mano.

-Benjamin Thompson.