Casting para Benjamin Thompson.

El timbre que anunciaba el cambio de clases sonó estridente en cada esquina de la universidad. Maldijo entre dientes. No tenía nada en contra del timbre, pero su cabeza estaba martilleando, y lo que menos quería era ese tipo de ruido. Se levantó del pupitre, saliendo a los concurridos pasillos. Los chicos se empujaban, gritaban y conversaban en silencio. Metió las manos en los bolsillos, sonriendo a su compañero de Laboratorio. Sí, era una rata de biblioteca, pero le debía buenas partes de sus notas.

Dio la vuelta en la esquina para caminar rumbo a su siguiente clase, cuando los vio. El menudo cuerpo de Regina Wells encerrado entre el casillero de Thomas Sheridan, y el cuerpo del mismo. Rió entre dientes, negando con la cabeza. La chica era linda, sí que lo era. Pero para ser sinceros, no había un chico en la escuela que no muriera por tenerla entre sus sábanas. Él jamás le daría el gusto de ser uno más que soñara despierto con su lindo rostro a pocos centímetros de distancia. Razón por la cual ahogó la punzada de celos que sintió en el estómago.

Cuando pasó a lado de ellos, giró, caminando hacia atrás para poder mirarlos.

-Hey, Thomas, no te aproveches, hay otros haciendo fila para besar a la señorita Wells también -sonrió, socarronamente. Antes siquiera de ver la reacción de ella, ladeó el rostro-. ¿O es que él es tu chico del día, Reg? -Alzó las cejas-. Ten cuidado, puede que los demás admiradores armen un revuelo.

Se llevó dos dedos a la frente, haciendo una pequeña imitación del saludo militar, con una amplia sonrisa bailando en sus labios.

-Buen día, muchachos -se detuvo un segundo, llevando su dedo índice a la comisura de sus labios cuando habló a Tom-. Oh, limpiate, amigo, tienes un poco de falsedad.

Dio media vuelta y continuó caminando a los pasillos, con las manos en los bolsillos y una sonrisa de satisfacción. El día no era tan malo después de todo.