Katrina L. Sorensen

{ Datos Básicos }

Nombre Completo: Katrina Lisbeth Sorensen
Apodos: Kat en general.
Edad: 19 años
Grupo: Rebeldes
Clase: Alta
Orientación Sexual: Heterosexual
Carrera: Sociología y marketing


{ Características Físicas y Psicológicas del Personaje}

Descripción física:

Katrina ha sido tocada por la belleza, algo que muchos desearían: ella nació con ella. La chica mide 1'70 y no podría estar mejor proporcionada que ahora; de vientre plano y extremidades con forma aniñada, sus hombros estrechos la hacen parecen menuda. Rubia y de ojos verdosos. Esas tres palabras, al llegar a los oídos de un hombre pueden hacerles pensar de que Kat es una top model nórdica con un cuerpo hambriento y una estatura vertiginosa. Pues no. A pesar de su ascendencia rusa, su piel está bronceada y no ha heredado esa piel de porcelana que tiene su madre. En fin, que no es sólo una cara bonita. Es profunda, su mirada lo es. Tiene ese encanto, ese discreto carisma que hace que cualquiera le eche una ojeada. Es inevitable.
Rostro ovalado y labios difuminados, tiene esos mofletes de bebé que la caracterizan y la hacen atractiva. Aunque eso nunca le ha importado y nunca lo hará.

Descripción psicológica:

— ¿Cómo me has encontrado? –preguntó cerrando el libro sin mirar por donde iba. Probablemente se supiera el libro de memoria.
— Tratando de no buscarte –se encogió de hombros-. He caminado sin tregua hasta que, por azares del destino, te he encontrado aquí tirada, leyendo poesía. Una poesía que nadie recuerda ya.
— Las cosas que la gente olvida son, por lo común, las cosas más extraordinarias. Tampoco nadie recuerda ya cómo era ser libre.

Conocer a Kat es simple, fácil y sin necesidad de instrucciones. Viene empaquetada con energía, comentarios hirientes y sin gracia y un saco de ganas de vivir. Es como si no se cansara nunca de reír, saltar, brincar, lo que sea. Es una adicta a la adrenalina y no parará hasta que sienta el corazón desbocarse. No se toma las cosas en serio, nunca. Para ella la vida es un juego, y el juego equivale a diversión. El último en llegar a la cima lo pierde todo. Pero ella adora lo arriesgado, lo que los niños adora. Despierta y entusiasta, lo suyo es tirarse por acantilados y aviones en paracaídas, tomar chocolate a cantidades industriales sin engordar un gramo; jugar a ser rebelde sólo para estar en contra del mundo. Sus tonterías son lo único que la caracterizan.
Está hecha de impulsos, actúa mediante ellos; hace las cosas sin pensarlas bien antes de ejecutarlas. Es un tornado que viene y va pero que nunca termina de consumirse: en pocas palabras, la presencia de Kat enloquece. No puedes defenderte de ella, porque es la única persona que se levantará ante ti como si fuera una pared inamovible, un obstáculo insalvable. Es mordaz hasta un punto en que te crees de verdad lo que dice. Su orgullo siempre va por delante.
La chica hace amistades con facilidad. No es que ella atraiga a la gente para que sea amiga suya -puede que sí, también- pero en general, es ella que va arrastrando a gente que acaba de conocer y luego, si la cosa va bien, considerará a esa persona una más de su círculo. Aunque, la verdad, pocos llegan a ser muy buenos amigos de Kat, ya que no todo el mundo es capaz de comprenderla. Te pondré un ejemplo: imagina que montas un puzzle, de piezas muy pequeñas y a grandes cantidades. Los que se rinden y se tiran de los pelos porque se hartan de seguir con el rompecabezas, se largan; los que consiguen unirlas con una paciencia de santo terminan de encajarlas todas. Así es como puedes ver la imagen que ofrece ese puzzle terminado y comprender su significado. Con Kat es exactamente igual.

-Eh, Kat, ¿dónde has estado escondida toda mi vida?
-Debajo de tu cama, junto al resto de tus monstruos.

Carece de vergüenza: haga lo que haga, diga lo que diga; nunca estará avergonzada de lo que haya hecho a lo largo de su agitada vida. No se corta ni un poco con tal de decir las cosas a la cara; tiene la lengua más afilada que puedas imaginar. Cree totalmente en esa teoría de que, en cuanto antes se digan las verdades, menos duro será el golpe. Os guste o no, es totalmente cierto, no lo neguéis. Ah, y, con ella tenéis que hacer lo mismo: nada de mentiras para hacerla sentir mejor. Te odiará si le ocultas cosas, sin embargo, da gracias de que es la persona más comprensiva del mundo por poco que lo parezca: recuerda que es impulsiva y se enfadará, luego reflexionará sobre ello y esperará a arreglar las cosas y dejarlas tal y como estaban antes.
Es impaciente en el cien por cien de los casos. Allá a donde va, debe de haber acción: si no, se aburrirá fácilmente y tendrás que soportar sus quejidos y bufidos cada cinco segundos.

-¿Kat?
-Imbécil.
-¿Estás llorando?
-...
-Eso es un sí

Perséphone es un bucle de errores que no tiene ni principio ni fin. Es gravedad del revés y una fórmula sin ajustar. Es estratosférica. Y es que ha dejado de hablar de sentimientos, sobre el corazón o de las cosas felices, porque ella las tuvo que abandonar para no terminar maltrecha.
¿No te parece raro que sea demasiado... alegre? ¿Risueña? ¿Empapada de felicidad? Sí, lo es. Lo que nadie -o casi nadie- sabe, es que la rubia de los ojos verde chispeante se guarda todos esos sentimientos para sí misma, y que la carcomen por dentro. No la oirás hablar sobre sus propias preocupaciones a no ser que te acerques lo suficiente a ella, pero como no es el caso, prefiere estar tal y como está. Es parecida a una bomba, que tarde o temprano explotan. Y si no lo hacen, pierden su utilidad y terminan en un contenedor de basura. No es especial, es devastadora. Su mejor habilidad es sonreírte y luego abandonarte. Huir, encerrarse y esconderse del mundo, porque guarda todo lo que queda de ella recelosamente para protegerse. Pero espera, ¿por qué lo hace? Tal vez porque no le gusta que se preocupen por ella, que sea demasiado orgullosa e independiente para eso. No pienses que tuvo un pasado con malos amores, ni se te ocurra. Asegura, total y completamente, que nunca, nunca, nunca jamás se ha enamorado de alguien. No creas una palabra de lo que dice. Kat es la persona más horrible del mundo, pero la que robará tu universo.

Bueno, tras esta explicación, la moraleja de todo esto es:

"Kat no es dulce, es un mal sabor de boca. Y si no lo escupes, te empezará a doler la lengua."

Gustos:
Leer, lo que caiga en sus manos. Rilke, Fitzgerald, Warton... De todo, vamos.
Gran aficionada al arte. Le gusta coleccionarlo.
Disgustos:
A la gente que se te pega en la espalda, de esas que no te dejan en paz ni un segundo.
Las falsas historias, leyendas urbanas; a los supersticiosos y cualquier rumor extraño.
Que adivinen lo que piensa; se cree impredecible.
Que la molesten cuando lee.
Hobbies: Hacer fotografías a cualquier cosa. Antes, cuando hacía ballet colgaba fotos de sus ampollas de los pies en su habitación. Extraño, ¿verdad? Si miras su cámara, estará llena de fotos de gaviotas, comida, o... en fin, de todo.
Fobias:
Miedo irremediable a los saltamontes.
Virtudes:
Excelente amiga y apoyo.
Defectos:
Demasiado ruidosa y alborotadora.
Desordenada y poco cuidadosa.
Hábitos:
Lavarse las manos todas las veces que pueda al día.
Utilizar tazas para beber cualquier cosa, nada de vasos ni copas.
Coger las cosas que la gente no suele querer. {En un situación en concreto, que es cuando va a comprar. Suele coger las latas algo abolladas, las cajas con alguna comisura abierta... etc.}


{ Historia }

Familia:
Rick Sorensen {padre}
Su relación es bastante buena, ya que ambos se parecen mucho. Aunque discuten continuamente, Rick tiene a Katrina como una princesa sin límites.

Natasha Georges {madre}
La llama "mamá", pero delante de sus amigos, la llama por su nombre. Es algo tensa, ya que no sabe muy bien cómo comportarse con ella. Natasha en cambio, intenta planear algún día esos momentos madre e hija en vacaciones.

Rory Olenka {madrastra}
Le tomó mucho cariño. Mucho, muchísimo. Mientras su madre bailaba sobre los grandes escenarios con todos los focos apuntando a ella, Rory cuidaba a Katrina como si fuera su propia hija, aunque casi nada les vinculaba genéticamente.

Ethan Sorensen {medio hermano}
Uña y carne, perro y gato. Se llevan bien o se llevan fatal. Son cosas de la genética, pero Kat tiene una confianza especial en Ethan y viceversa, pero son demasiado diferentes para ello.

Historia:
PARIS, FRANCE - NEVER ALONE

Mi padre era danés y mi madre, la más clásica francesa de una belleza impecablemente sutil. Yo la heredé y también sus tobillos de bailarina. Sí, era una afamada bailarina de ballet en París y a mí me metió en una de las mejores academias. Mi padre en cambio, era el crítico gastronómico europeo más temido, admirado y afamado. Y tuvo un hijo con su primera mujer, por lo que le convierte en mi medio hermano, Ethan. Y, tras detectar el egocentrismo en mi madre, prácticamente crecí con Ethan y su madre biológica. Tuve una infancia entrañable y supuse que todo seguiría así. Me equivoqué.

PARIS, FRANCE - SKINNY LOVE

Recuerdo perfectamente el vestido negro que llevé en el funeral de Rory. Tenía como ocho años. No era mi madre, pero sentí que lo fue durante los años que estuvo conmigo. Asistió mucha gente, pero no sabría decir nombres. Mi tía estaba también y en aquel entonces, era joven para perder a un familiar. Al igual que yo. Fue un día largo, demasiado para mi gusto. El sol tardaba en ponerse y yo seguía sentada enfrente de la lápida de mármol donde tenía grabada el nombre de ella, con letras doradas y brillantes, como cuando visitas la tumba de un héroe. En su caso, heroína. Lo fue para mí y por eso estoy orgullosa de ella.
Esa noche dormí en mi casa con Ethan, sin saber si llorar arreglaba algo. Ni me cambié al pijama.

SIDNEY, AUSTRALIA - HAPPY NEVER AFTER

Obviamente, Ethan se quedó con nosotros. Nosotros decidimos irnos a Sidney como nuevo hogar. No empecé a hablar hasta que tuve que volver al colegio y terminé la primaria con unas cuántas amigas que abandoné para irme a Australia. "Oh, qué buena idea.", pensé para mis adentros, cuando aún tenía doce años. Sigo arrepentida de ello.

Adoré Sidney a la primera. Respiraba cultura en el aire y era algo funcional, magnética. Nuestra nueva casa era un apartamento espacioso, recién pintado y con grandes ventanas que daban a la ciudad. Pensé que esa sensación duraría para siempre al empezar a vivir allí. Me equivoqué, como siempre suelo hacer. Los días se hacían pesados, la gente que me rodeaba me cansaba y volvía de nuevo a pensar en que era una miserable. La pobre chica de la que todos se compadecían. Los odié a todos.

COPENHAGEN, DENMARK - THERE'S STRANGERS UNDER MY BED

Vale. Esto fue raro incluso para mí. Terminé tranquilamente los estudios superiores cuando un día llegué a mi cómoda casa y un montón de cajas apiladas se interpusieron en mi camino. La primera vez que pisé ese suelo fue hacía unos cinco años, si no recuerdo mal. Ya oí varias veces hablar entre mis padres algo sobre volver a Dinamarca. No les ponía importancia, porque nunca me vi volviendo a mi país de origen. Para hacer algo nuevo, según ellos. "Sidney se vuelve empalagoso si lo piensas bien.", argumentaron, con toda la naturalidad del mundo. Ethan y yo los miramos unos segundos, embobados. Asentimos. Sólo porque ya habían recogido todo y lo tenían preparado para marcharse. Sólo por eso.

Otros Datos:
Es alérgica a las cerezas.