Casting de Destiny Sommers.

Sus pasos sonaban con claridad por los pasillos del edificio, casi molestos para alguien que no fuera ella. En cambio, Destiny creía que era algo agradable de escuchar. Le recordaba quien era, y para que estaba en ese lugar. La molestia no era esa, en todo caso. Llegaba tarde a clase de historia, se había levantado rapidamente de su cama, gruñendo cuando se dio cuenta que hora era. Siempre le sucedía, ¿cuantas veces se había prometido comprarse un buen reloj despertador? Se había puesto la ropa apurada, casi tuvo que mirarse cien veces al espejo para comprobar que estaba bien, después vería en la siguiente clase. Seguramente se cambiaría con toda la ropa que llevaba en su enorme bolso negro que llevaba en su brazo con orgullo.
El aula se quedó en silencio cuando entró, todos se quedaron sorprendidos de ver a alguien llegar tarde aunque cuando la vieron, nadie comentó nada. El profesor frunció el ceño, Destiny caminó dudosamente en busca de sus amigas, sin entender el porque del silencio. Lo entendió cuando el profesor, con una mueca furiosa y un gesto con su mano, le indicó el banco que ella había ignorado. Por minutos se quedó quieta, casi negandose a hacer eso, pero terminó por sentarse frente a Ciara Dickens, lanzando una mirada fulminante a su rostro bonito, pero completamente insignificante.
Perfecto.
Al ver el examen frente a sus ojos realmente creyó que su día no podía empeorar. Sabía que no podía reprobar, que su beca era oro, pero la fiesta la había distraído por completo y ahora... esto. Era importante. Miró de reojo a Ciara, escribiendo con energia en su papel como si fuera una critica de moda. Miró hacia otro lado, aun buscando a su grupo de amigas. Y suspiró. Estaba muerta. Era su orgullo antes que nada. Su orgullo de pedirle ayuda a la desagradable a su lado, SU orgullo. Tomó el papel y escribió su nombre, casi con aburrimiento. Y la miró. Notó que ella le sonreía casi con maldad y se rindió, no. No iba a rendirse de ese modo. Miró el papel y al entender que era la materia mas aburrida y odiosa del mundo se puso de pie, entregó la hoja y miró a Ciara, aun sentada. Su orgullo ante nada, lo primero, pedir ayuda, lo último.