On the top of my life ~ {Hariel}

Mierda. Hariel levanto rápidamente la mirada desde su bolso hasta la muchacha que estaba justo en frente de ella.-Te juro que debe estar por aquí…-dijo rápidamente sonriendo o intentando hacerlo mientras su mano continuaba hundida y enredada en el interior de su bolso. Un bolso que estaba lleno de misterios, porque nadie podía llegar a imaginarse todas las cosas que la muchacha tenía dentro. Odiaba eso. Odiaba buscar algo y no encontrar cuando más lo necesitaba y mucho mas odiaba que fuera algo que ni siquiera le pertenecía. Un pequeño papel amarillo con un par de nombres de autores, de libros que tenían que leer y que pertenecía a la compañera que ahora esperaba impaciente frente a ella. Maldijo por lo bajo en varias oportunidades, hasta que la muchacha pareció rendirse finalmente-Me lo pasas más tarde, voy atrasada a la próxima clase-fue todo lo que le dijo antes de darse la media vuelta y dejarla ahí como idiota, con el bolso revuelto. Idiota. Grandísima idiota.

Soltó un resoplido cuando saco la mano acomodándoselo de la mejor forma posible en uno de sus hombros para que este no se le escapara. Hariel soltó un poco de aire haciendo que uno de los mechones rubios de su cabello subiera y luego volviera a bajar lentamente depositándose suavemente sobre su frente. Comenzó a caminar rumbo a la cafetería, últimamente tenía más hambre que nunca y ahora mismo tenía unas ganas locas de comer…-Mierda-volvió a decir cuando se dio cuenta de que sus ganas locas de querer comer pepinillos no se trataba nada más ni nada menos que un maldito antojo. Y como si su barriga tuviera la culpa, bajo la mirada observándola con profundo odio. Lo que estaba creciendo ahí, le estaba arruinando la vida. Completamente.

Ya tenía una cita, apartada para un par de días. Y esta vez no iba a arrepentirse. Esta vez iba a ponerle término y simplemente continuar con Ben, ser felices como lo estaban siendo y seguir con las vidas que tenían…con sus planes y aspiraciones. Un bebe no estaba en los planes, no para ella que apenas podía cuidar de si misma.

…La comida en su plato estaba casi intocable. Tenía la mirada gacha, como temiendo que alguien pudiera leer en su mirada todo lo que estaba ocultando. De maravilla cabía decirlo. La barriga no se le había comenzado a notar demasiado, pero su cuerpo sí que estaba diferente, quizás por eso usaba ahora ropa mucho mas holgada que antes, aunque nunca demasiado evidente para que todos comenzaran a murmurar cosas. Ya conocía a la gente de aquella universidad.

Pego un pequeño sobresalto cuando escucho la voz de Benjamin justo detrás de ella. Cerró los ojos por unos segundos, lo menos que quería hacer justamente ahora era hablar con el…no estaba lista aun para fingir perfectamente a su lado, quizás por eso lo estaba ignorando hace un par de días-Hola-lo saludo intentando sonreír, no lo beso en los labios. Sino que aparto la mirada mientras lo observaba sentarse frente a ella-¿Cómo estuvieron las clases?-pregunto intentando sonar normal, cotidiana…algo que nunca le había salido bien.

Benjamin había sido su salvación, si no hubiera sido por el seguramente Hariel no hubiera aguantado demasiado tiempo en aquella universidad, durante un tiempo ni siquiera tuvo amigos, aunque luego conoció a Seb y a Tyler y todo había parecido mejorar. Pero el…el había sido su punto de apoyo, con el había compartido cosas intimas, había hablado de su madre. Y odiaba estar comportándose de aquella manera con él. Pero no podía evitarlo. Por la cabeza de Hariel pasaban miles de imágenes continuamente, todos los tipos de reacciones que Ben pudiera tener ante la noticia, pasaban imágenes de un futuro que no estaba en sus planes. Y Ben tenía un futuro brillante por delante, no quería ser ella quien lo arruinara. No se lo perdonaría jamás. Intento sonreír nuevamente al escucharlo quejarse de su clase, esta vez con mucho más éxito, siempre le gustaba escucharlo de aquella manera.

-Ya te las ingeniaras para salir bien-dijo encogiéndose de hombros y olvidándose definitivamente de su comida-Siempre lo haces-agrego terminando el cumplido mientras ella misma se arreglaba el cabello pasando uno de sus mechones por detrás de su oreja y dejando que este descansara en aquel lugar. Lo observo a los ojos por unos segundos…no quería mentirle, no quería ocultarle cosas, pero tenía que hacerlo. No quería arruinarle la vida.

Porque conocía a Ben, porque sabría que el querría hacerse cargo del bebe, que querría formar una familia y ella simplemente no estaba lista. Hariel era incomprendida por casi todas las personas, menos por Ben y no quería perderlo. No por aquello.

-Si, tendré que ir a comprarlos, siempre y cuando encuentre la lista con los nombres-agrego sarcásticamente mientras alzaba una ceja, como si el supiera y tuviera más que claro que había perdido aquel papel amarillo que le habían prestado un par de días atrás. Había dicho tendré. No tendremos, porque no quería salir con el…no quería pasar demasiado tiempo para volverse vulnerable y terminar escupiendo absolutamente todo.

-¿Y donde esta James?-pregunto confundida un segundo más tarde. Era realmente extraño no ver a Benjamin sin su leal amigo, como también era de extraño no ver a la muchacha sin sus dos protectores, pero Sebastián y Tyler tenían unas citas con unas muchachas de primer año que no sabían en lo que se estaban metiendo. Se giro nuevamente hacia su plato, moviendo la comida de un lado a otro, antes de volver a dejar el tenedor sobre el plato. No había comido absolutamente nada-No tengo hambre-dijo al ver la mirada casi acusadora de Ben. Le puso mala cara. Odiaba cuando hacia cosas como esas.

Se fue relajando considerablemente a medida que avanzaba la conversación, seguramente porque Hariel presentía que Benjamin no sospechaba absolutamente nada de lo que estaba sucediendo y que después de que ella apareciera en aquella clínica para deshacerse del bebe y todo volviera a la normalidad, sería como si nada hubiera pasado. El nunca tendría que enterarse de lo que estaba sucediendo, el nunca tendría que estar consciente que dentro del vientre de su novia estaba creciendo su hijo, un hijo no planeado y para nada esperado que Hariel no quería tener por nada del mundo. No sabía cómo dar amor a alguien, Ben había sido la primera persona a la que se había entregado abiertamente y le había costado demasiado. Querer y criar a un hijo seguramente no estaba entre sus habilidades y eso ella lo tenía más que claro.

-Podrías fingir aunque sea un poco Ben-dijo riendo divertida, haciéndole una mueca graciosa cuando él dijo que nunca estudiaba, a comparación de ella. Con una carrera que le hacía pasarse días encerrada con la nariz en un libro y no le quedaba otra opción, tenía que hacerlo, tenía que sacar buenas notas porque tenía que mantener la beca. No quería que la echaran, no quería volver a Australia lejos de todo lo que había logrado construir en Copenhagen, construir con Benjamin. Tenía miedo de perderlo. Un infinito miedo de perderlo para siempre.-Cualquiera querría tener la biblioteca que tú tienes Benjamin-dijo algo más seria. Sus diferencias sociales en ocasiones le molestaban de sobremanera.

-Y si, tendré que pedir la lista a otra persona…-Dijo casi distraídamente, como si no tuviera importancia, aunque odiaba marcar sus debilidades, como el hecho de siempre andar perdiendo todo. Aunque un segundo más tarde arrugo el espacio entre sus cejas cuando escucho la explicación de donde se encontraba James. La verdad de las cosas que el perdedor del mejor amigo de su novio no le importaba en lo absoluto, pero había simplemente querido hablar de otra cosa que no tuviera nada que ver con ellos. Porque estaba segura que en algún momento Benjamin querría hablar y ella no tenía la mas mínima idea de lo que iba a decirle. Pero si era por lo menos extraño que James tuviera un problema con un profesor, el siempre tan correcto y ubicado, seguramente por eso mismo le caía bien a Hariel, no solía hacer comentarios idiotas.

En el mismo segundo en que aquel apesto palito de queso estuvo cerca de su rostro Hariel sintió la inmensa necesidad de vomitar. Cerró los ojos mientras arrugaba la nariz en señal de que aquello no estaba siendo nada de su agrado-Saca eso de mi vista Ben-dijo entre dientes, mientras apartaba el palito con una de sus manos. Mierda…cerró los ojos por un segundo para calmar la nauseas-¿De dónde mierda has sacado que me gustan los palitos de queso?-Vale, siempre le habían gustado, pero hoy andaba de mal humor y ahora no le gustaban para nada-Son asquerosos…y huelen horrible, por favor aléjalos de mi-termino por decir arrugando el espacio entre sus cejas.

Supo de su error en el mismo momento en que termino de hablar. En el mismo momento en que se vio reflejada en la mirada preocupada de Benjamin, supo que había hablado de mas, que tendría que haber fingido que simplemente no tenía ganas de uno de esos dulces y no haberle lanzado aquello que la dejaba a la deriva. Vulnerable, débil…sin escapatoria alguna. Sus ojos celestes, grandes y expresivos se pegaron fijamente a los de Benjamin, no porque hubiera querido, sino porque este tomo su rostro entre sus manos obligándola a observarlo directamente. Odiaba que hiciera aquello.

Odiaba que él pudiera observarla de aquella manera, odiaba que él tuviera un gran poder sobre ella. Porque por un segundo quiso abrir la boca y contarle todo lo que estaba sucediendo, por un segundo quiso largarse a llorar y decirle que estaba embarazada, que iba a tener un hijo. Porque Hariel en el fondo era solo esta niña asustadiza que fingía ser ruda y fuerte cuando era todo lo contrario.

-Estoy perfectamente bien-dijo rudamente, apartando su rostro de entre las manos de su novio. Aquella vulnerabilidad que la atrapo por solo una milésima de segundo se vio hundida y opacada por su altanería, por su increíble orgullo.-¿Es que acaso no puedo cambiar de opinión?-pregunto sarcásticamente soltando un bufido, como si el culpable de todo eso fuera él y no ella.

-Ya no me gustan los malditos palos de queso ¿vale?-dijo entre dientes mientras lo miraba a los ojos fijamente, como queriéndolo desafiar a que le digiera lo contrario. Odiaba comportarse de aquella manera con él. Como una verdadera idiota a la que nadie pudiera llegar a soportar.

-¿O es que acaso tengo que ser perfecta para estar con el perfecto Benjamin Thompson?-pregunto sarcásticamente, soltando una ligera carcajada irónica. Sí, porque cuando Hariel empezaba con toda aquella función de “El mundo y las personas en el mundo me importan una mierda” no se podía detener fácilmente. Y ni siquiera frente a Benjamin, claro, el estaba acostumbrado a sus cambios de humor, aunque ella nunca le había dicho algo como aquello.

-Deberías irte con Regina, ella siempre te dirá que si-le espeto como sacándole en cara todas las veces en que lo había descubierto hablando con ella, y no solo eso, sino que coqueteándole. Maldita sea. Odiaba ponerse de esta manera.

Que el solo nombre de Regina Wells saliera de los labios de Benjamin le dejo un sabor amargo. Soltó un bufido imitando el mismo sonido que el había hecho un segundo antes. Hariel negó con la cabeza sonriendo irónicamente, mientras se ponía de pie repentinamente. Muchos estaban acostumbrados a los arrebatos de la rubia que solía hacer las cosas menos esperadas en los momentos menos esperados también, pero casi nunca esos arrebatos eran cuando estaba con Benjamin, el era su fortaleza, aquella roca en la que se apoyaba de vez en cuando y con el cual se comportaba normalmente, como una muchacha común y corriente. Pero esta vez, estaba con las hormonas alborotadas, estaba increíblemente harta de tener dentro un secreto que solo quería decir pero que al mismo tiempo sabia no podía hablarlo con absolutamente nadie. Se acomodo rápidamente el bolso en uno de sus hombros, mientras su rostro mostraba aquella pasión y esa altanería que la hacía lucir como una verdadera maldita humorada.

-Esto no tiene nada que ver con Regina Wells-dijo entre dientes, casi escupiendo las palabras, diciéndolas con asco. Quizás por mucho tiempo Regina Wells realmente le preocupaba, porque siempre había sido una muchacha insegura que cuando conoció a Benjamin simplemente pensó que esta era su oportunidad de ser feliz con alguien normal. Porque solo bastaba saber quien había sido su primer novio: Matthew, no era nada normal, eran completamente opuestos y por eso mismo las cosas habían resultado como habían resultado, aunque nunca lo iba a olvidar del todo. Había sido su primer amor, su primer hombre, su primer absolutamente todo. Pero Benjamin era…Ben era especial y eso Hariel lo sabía, quizás por eso mismo por mucho tiempo había sentido celos de cómo se coqueteaba con Regina Wells. Confiaba en el…o eso creía la muchacha, porque no se le pasaba por la mente que él pudiera llegar a serle infiel. Ni ella misma sabía lo equivocada que estaba.

Pero el problema ahora, era mucho mayor que aquello. Mucho más grande. Y ni siquiera Benjamin podía llegar a imaginarse que era lo que realmente estaba sucediendo. La mentira, el secreto, el tener que ocultar algo tan importante como aquello la estaba consumiendo, estaba borrando de ella todos los buenos sentimientos y se estaba convirtiendo en esta persona amarga, mal humorada y que pensaba que en cualquier momento todo se golpearía contra el suelo haciéndose trizas en un segundo. Y lo menos que quería era que eso sucediera.

-Así que intenta averiguarlo Benjamin, antes de pensar que estoy celosa de esa perra-escupió dejando la bandeja sobre la mesa, sin molestarse en ir a botar la comida que ni siquiera se había comido. Salió hasta afuera de la cafetería rápidamente, y estuvo a punto de sonreír cuando se giro repentinamente y observo a Ben detrás de ella. Con ese rostro como preguntándose que había hecho mal, cuando el no tenía la culpa de absolutamente nada. Hariel se detuvo. Bajo la mirada casi avergonzada observándose las puntas de esos botines cafés desteñidos que llevaba, como si fueran lo más interesante e importante del mundo.

Un segundo más tarde elevo la mirada hacia el nuevamente. Sus ojos celestes se pegaron en los azulados de Benjamin y se encogió de hombros antes de acercarse hasta él y abrazarlo fuertemente, sus manos se aferraron a la espalda de él, arrugando la camisa que llevaba aquella tarde-No te aburras de mi…por favor-casi suplico con los ojos cerrados, apoyando su rostro contra su pecho.

Una sonrisa casi desesperada se escapo de sus labios. Una sonrisa hundida en el pecho de Benjamin. Aspiro fuertemente su aroma, como si él estuviera a punto de desaparecer y por lo menos quisiera quedarse con su esencia. Eso era lo que pensaba Hariel, que en cualquier momento perdería a Ben, que en cualquier momento el saldría corriendo porque no podría seguir soportándola y estaba aterrada de que fuera de aquella manera. Lo quería, de verdad lo quería, aunque aun no tuviera el valor para decírselo. Pero Hariel era complicada, tenía una mente llena de laberintos que ni ella misma sabia resolver. Pero de vez en cuando lograba comprenderse y sacar en claro que no iba a encontrar a nadie más como Ben, que con él podía llegar a ser feliz, pero antes tenía que lidiar con el problema que crecía en su interior, luego de eso todo estaría perfectamente bien nuevamente.

-No es nada Ben-mintió creíblemente observando fijamente sus ojos azules después de separarse de sus labios. Benjamin besaba de maravilla. Recordaba la primera vez que lo había besado, cuando estaban tendidos en la nieve y riendo como unos completos idiotas, cuando todo era menos complicado, cuando no habían preocupaciones ni responsabilidades. Había sido la mejor tarde de su vida. Una tarde que no iba a olvidar con facilidad. Alzo las manos para acariciar las mejillas de su novio con suavidad. Odiaba mentirle. Odiaba estar haciéndole eso. Pero era lo mejor. Para ambos. Pero especialmente para él.

Benjamin era brillante. Uno de los mejores de su clase, todos decían que tenía un futuro prometedor por delante y que seguramente se convertiría en uno de los mejores arquitectos del país, que tenía una visión única e innovadora. En cambio Hariel siempre se había considerado del montón, le gustaba su carrera pero tenía que esforzarse el doble de lo que lo hacían los demás. No quería arruinar aquel tan brillante futuro que le esperaba a Benjamin por un bebé. No estaba en los planes. Y solo había llegado para hacerles la vida imposible. Nunca pensó que su vida iba a cambiar tanto en tan solo un par de semanas. Todo había comenzado con las nauseas y al darse cuenta de que su periodo no llegaba cuando había tenido que hacerlo.

Se hizo la prueba de embarazo en uno de los baños de la universidad. Y recuerda que lloro toda la tarde en aquel cubículo. Sin que nadie la viera. Y fue ahí mismo donde decidió que aquello les arruinaría la vida. Fue ahí mismo en donde decidió que no iba a tener un hijo.

-Es solo…ya me conoces, son los estudios y mi padre y…no sucede absolutamente nada ¿vale?-pregunto intentando sonreír suavemente. Sus ojos se pegaron nuevamente a los de él, mientras ella fue la que rompió la distancia entre ambos, poniéndose de puntillas para alcanzar los labios de su novio y besarlo suave y dulcemente.

-En el fondo le caes bien…-dijo riendo suavemente contra sus labios, sin terminar de besarlo del todo. Sabía que su padre era un hombre complicado, exigente y con estructuras desde siempre, militar y organizado. Hariel era su única hija, aquella muchacha a la que había criado solo y simplemente quería protegerla lo más posible. Benjamin había sido el segundo novio al que había presentado, y su padre ya había visto como la rubia había sufrido y llorado por Matt, no quería aquello nuevamente para su pequeña-Muy en el fondo…-termino de decir divertida, antes de acortar toda distancia entre ellos, pegando sus labios a los de su novio. Dejándose llevar…simplemente dejándose llevar.

Por un segundo todo pareció normal. Por un segundo simplemente no existían nada más que ellos dos en aquel pasillo, besándose y siendo los mismos del principio. Esos que parecían estar locos el uno por el otro. Y Hariel aun estaba loca por Benjamin, lo quería como no había querido a alguien en mucho tiempo y simplemente era este maldito problema el que la estaba haciendo cambiar. Se quiso entregar por completo a aquel beso, cerrar los ojos y fingir que estaban en un mundo perfecto en donde no existían nada más que ellos dos. Nada más que las cálidas yemas de los dedos de Benjamin recorriendo la suave piel de su cintura. Hariel entreabrió la boca para darle paso a la lengua de Benjamin saboreándola por un segundo. Pero la realidad la golpeo de un segundo a otro. Se sintió sucia, sintió que no merecía que Benjamin la besara de aquella manera, porque él la iba a odiar. Porque él la iba a despreciar cuando se enterara de lo que estaba sucediendo.

-¿Sabes que te quiero verdad?-susurro bajo, demasiado bajo incluso para que él lo escuchara, seguramente si no hubieran estado así de pegados, así de cerca no Benjamin no hubiera sido consiente de aquellas palabras. Hariel aun mantenía los ojos cerrados y los labios casi pegados a los de Benjamin, y su frente cerca a la de él, aunque sus estaturas eran bastantes diferentes, pero muchos le habían dicho que era adorable. Se paso la lengua por los labios abriendo por fin los ojos, pegándolos en los azules y profundos de Benjamin y sonrió.

No quería perderlo. Por nada del mundo quería perderlo.

-Se que no lo digo muy seguido…sé que soy insoportable, que quizás en ocasiones son verdaderamente patética, pero…-sus manos acariciaban el rostro de Benjamin como si quisiera grabarse cada uno de los centímetros de este en su memoria, en su taco, su suave piel-Te quiero…necesitas saberlo-termino por decir sonriéndole de medio lado. Soltó un suspiro mientras se abrazaba a él, entrelazando sus dedos suavemente, para luego observarlo fijamente a los ojos. Nunca se iba a cansar de la mirada de Benjamin quien la observaba como si ella fuera lo mejor del mundo, lo más valioso que existiera en el planeta, nunca antes se había sentido de aquella manera.

Hariel lo beso con suavidad. Era su manera de demostrarle que todo estaba perfectamente bien, que no había nada por lo cual preocuparse. Fue en ese momento en cuando Hariel penso que quizás debería cambiar de estrategia, volver a ser la misma de siempre para dejarle claro que todo estaba en perfecto orden y no comportarse como una idiota irracional sin motivo alguno. Aunque lo desecho inmediatamente, era pésima mintiendo, solo dios sabia lo mucho que le costaba mentirle a Benjamin y también no era así de doble estándar, cuando Hariel sentía algo, lo sentía de verdad. Cuando Hariel decía algo lo decía de verdad. Y ahora le había dicho que lo quería, no solamente para dejarlo tranquilo y que el terminara con todas las preguntas que le estaba haciendo, sino porque realmente quería decirlo.

La muchacha dejo escapar una pequeña sonrisa cuando sintió la frente de Ben en su hombro, cuando sintió sus labios cosquillearle suavemente la piel desnuda que se dejaba ver por entre los pliegues de la blusa que a esa altura estaba en todos los lugares menos en donde se suponía tenía que ir. Las manos de la rubia acariciaban el cabello de su novio con suavidad, haciendo que los pelos de la nuca de Ben se erizaran a su tacto. Nunca se iba a cansar de tocarlo, nunca se iba a cansar de despertar a su lado y pensar que todo estaba bien. Y quería volver a tener aquella sensación, no quería sentirse como se sentía últimamente: con todo el peso del mundo sobre sus frágiles y delgados hombros.

Pero en diferencia con las veces anteriores, fue Ben quien termino por todo contacto, quien se alejo un par de pasos y la observo diciendo aquellas palabras. El rostro de Hariel mostro rápidamente confusión, desagrado y hasta un pánico de terror-¿Qué se supone que es esto? ¿Una broma de pésimo gusto?-pregunto sarcástica mientras soltaba un bufido irónico, cruzándose de brazos frente a el. Su método para que el no viera que si realmente estaba cortando con ella, le estaba destrozando el corazón, aunque ni siquiera la misma Hariel era consciente de aquello.

-No le dices a alguien que la quieres y cinco segundos más tarde terminas con ella-le espeto sacándoselo en cara, como si aquella regla invisible estuviera escrita en un manual de relaciones o algo por el estilo. Lo observo fijamente a los ojos por unos segundos, entrecerrándolos, como si estuviera observando cada uno de los movimientos de Ben cuidadosamente, y era justamente lo que estabas haciendo-No es gracioso Ben-le dijo cuando observo en su mirada aquella chispa de diversión, cada vez que hacia un broma o hacia algo ridículo. Soltó un bufido mientras le hacia un gesto sacándole la lengua pero no de manera divertida, sino como si aquella le hubiera parecido le peor broma del mundo.

Hariel lo conocía mejor de lo que él pensaba.

Hariel no le estaba siguiendo el juego. Aquello se demostraba en que había cruzado los brazos sobre su pecho en señal de desaprobación hacia lo que fuera que Benjamin estaba intentando hacer. No le gustaban ese tipo de cosas, ella era una muchacha racional, que actuaba como había que hacerlo, todo aquello de juegos estúpidos simplemente no se le daban bien, porque nunca los había intentado en su vida. Solía comportarse de manera estúpida simplemente cuando estaba con Ben, solos enredados en su cama, contando chistes sin gracia alguna, o contando cosas realmente graciosas y apostando quien de los dos duraba mucho mas sin reírse, ella siempre solía ganar, la risa no era algo que practicara muy seguidamente. Ya era toda una experta en quedarse seria en las situaciones menos esperadas. Lo observo como si estuviera loca, y no cambio su rostro serio y grave ni la posición de su cuerpo cuando este se acerco a susurrarle aquello de que olvidara que habían estado juntos. ¿Qué se traía entre manos?

Y no pudo evitar alzar una ceja al escuchar lo siguiente, aquella misma frase que le había dicho cuando se habían conocido, aunque lo que agrego después de eso de las cuatro novias fue totalmente nuevo, el no había tenido que ocupar aquello con ella. Se conocían de antes y todo había fluido mucho más naturalmente que esa mala frase de conquista. Negó con la cabeza, rodando los ojos como si estuviera preguntándole con la mirada si estaba obligada a jugar también porque no tenía ganas de hacerlo. Y la respuesta de Ben, o mejor dicho esa mirada como perro abandonado le dejo claro que no tenía escapatoria alguna.-Esto es ridículo-susurro por lo bajo como observando a su alrededor, viendo que no hubiera nadie alrededor viéndolos haciendo el ridículo.

Hariel no puedo evitar sonreír aunque fuera un poco. Por cosas como esas es que se sentía tan atraída a él, por pequeñas locuras o salidas de rutinas que la hacían olvidarse de todas las preocupaciones y problemas. Como justamente estaba sucediendo ahora mismo-Esa ha sido la peor frase que he escuchado en mucho tiempo-dijo haciendo una mueca como si él no estuviera haciéndolo muy bien. Vale, si quería jugar, ella iba a jugar con él.

-Tendrás que hacerlo mucho mejor que eso-agrego un segundo más tarde, alzando la barbilla en esa típica posición de altanería. Hariel solía hacerlo cuando un chico se le acercaba en un bar o algo porque ella claramente no estaba interesada. Nunca estaba interesada, nunca había sido la típica muchacha que buscaba engatusar a todos los hombres aun teniendo un novio fenomenal como lo era Ben-Soy una chica bastante difícil…-dijo arrugando el espacio entre sus cejas, no pudiendo evitar sonreír abiertamente perdiéndose en la mirada azulada de su novio.